Ataque de habilidad

Maradonismo literario (ajeno) en súbitos y fugaces arranques (ojo que PARECE fácil porque estos genios son humildes, pero en la cancha se ven los pingos)

Esta es la bitácora seria de Guaterresistant

30.9.04

A un costado del camino

...

Honda tristeza de cuando vimos
un bosque de hayas
a la orilla de la ruta.

¿Eran hayas?

Durante mucho tiempo he
estado leyendo literatura
rusa,
te dije.

Pasaba la cinta interminable
del camino,
junto al supuesto bosque de
hayas,
pasaba,
como hemos pasado nosotros,
y entre nosotros
ya no quedaba nada.


Patricia Suárez (1969) "Bosque de hayas"

Ausencias he conocido

...

Ninguna tiene tanto éxito como La Que No Está. Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia. Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera, a la que toman distraídos, tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la única, a La Que No Está.

Ana María Shua (1951) - de "Casa de Geishas" - Ed. Sudamericana, 1992.

27.9.04

Rosario empieza acá

...

webmail

Ninguna carta tuya hoy tampoco.
Qué nieve japonesa esta pantalla en blanco,
esta muda luz al cabo de todo final.

Beatriz Vignoli, "Itaca" (2004)

20.9.04

Lunes otra vez

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I
Un minuto de fe para buscar a tientas
la camisa más despierta. Una especie
de convicción para sentirme apto.
En la oscuridad menguante, el dormitorio
huele a existencia en bruto,
a ropa fría, a zapatos caídos
con toda la neura encima. Esto insiste
en tener algo que ver contigo.
Desde la calle
los ruidos ciegos y la jadeante
respiración de la materia manufacturada
suben con sus propias razones para vivir.
He allí lo espumoso, la tierra triunfante
que apenas me concierne. Pero la camisa
ya pierde su inocencia, reclama relaciones
y el perpetuo fracaso de la identidad
en el amanecer de este día laborable.
II
Desamparo ideológico del lunes:
en la madrugada invernal ha concluido
el aplazamiento. Perplejo
y desdichado a su manera, el pie
con que bajamos de la cama se detiene
a medio camino. En ese titubeo prenatal
también vacilan
el resto del cuerpo
y el ser en general con su condena.
La realidad privada paraliza su regreso
al viejo desastre, a la recurrente
y oscura oportunidad. ¿Qué clase de verdad
hay en esa negación? ¿Qué mano de la época
pone las opciones individuales en punto muerto?
En el cerebro cerrado circula
un gemido que nos detiene al borde
de la respiración universal del día.
Y entre la historia a punto de caer
en la taza de café y la vuelta del rostro
a la dorada aniquilación personal
comienza el lunes en todo el país


Joaquín O. Giannuzzi (1924 - 2004) "Perplejidades al amanecer" (de Cabeza Final, 1991)

(un humildísimo homenaje a uno de mis grandes maestros)

18.9.04

Poeta en la ciudad

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en difícil amor y opuesta preferencia
en gesto y voz y calle sin cordura
y un adiós solamente
y un tango sin camino
hay un día que es tuyo al principio del mundo

yo nombro contigo la vigilia y el viaje
y el muelle reinventado y el cielo sin las horas
y el largo error y la hierba del río

contigo nombro el día y la cuerda del aire
y un reflejo cualquiera y el favor de la sal

poeta en la presencia y el árbol sumergido
sueño secreto
alas de locura
ojos olvidados
mar sin culpa abierto
al celo del estío

veo tu mar y tus palabras
que giran en el frío o la lluvia del muro
tu tiempo de canales y deslices
cristal de noches entornadas
ternura y furia de tus años en pie

Edgar Bayley (1919 - 1990) De “La vigilia y el viaje”

2.9.04

La extensión, hacia adentro...

...

"Entonces yo extendí la vista y sumergí la mirada en la ancha copa del mar, para que brotasen de ella lágrimas o partículas de polvo.
Yo extendí la vista, como a un guante de cabritilla la embutí en la horma, en la horma azul del mar.
Veloz y rapaz, con una rabia feudal, examiné los dominios del horizonte.
Así se sumerge la mirada en la ancha copa, llena hasta el borde, para que salgan del ojo algunas partículas de polvo.
Y yo comencé a comprender qué es la necesidad del color -el frenesí de los azules y anaranjados de las camisetas- y que el color no es otra cosa que, como el sentimiento al momento de la partida, lo que está teñido por la distancia y encerrado en la extensión."

Osip Mandelstam (1891 - 1938) "Los franceses", a propósito de esto